jueves, 24 de abril de 2014

"Me gusta divertir a la gente"


Carlos Belloso hace teatro y estrena nueva película. La “lucha” contra el encasillamiento y el sentido de pertenencia con su barrio: “quiero instaurar a Chacarita Broadway frente a Palermo Hollywood”.
Las palabras se le escapan de los labios, entre el entusiasmo y la ansiedad por explicar el torbellino de proyectos que giran en su cabeza. Carlos Belloso hace teatro, cine, televisión y también cuida su universo paralelo, el propio. Escribe, imagina, crea, inventa. En su cabeza las ideas avanzan a ritmo firme. El teatro Gargantúa le hace de usina creativa y su barrio, Chacarita, le da el entorno que adora. Hasta empezó a grabar un programa, mezcla de ficción y documental, llamado “Se agrandó Chacarita”. Ahí el protagonista, Carlos Belloso, intenta demostrar quién es él como excusa para contar la historia de su lugar.

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Es que su carrera lo renombró de varias maneras. Fue el “Vasquito” de “Campeones”, “Donatello” en “Culpables” y “Willy” en “Tumberos”. Después llegaron el “Quique” de “Sos mi Vida” y “Livio” en “Los Únicos”, la última tira diaria que hizo en la pantalla chica. Por la calle lo llaman de todas esas formas, y sólo unos pocos, en el primer impulso, le dicen Carlos. Belloso es de callejear bastante, a pie por su barrio o si tiene que ir más lejos, arriba de su bicicleta. A su paso escucha ese coro de nombres que de algún modo le pertenecen, pero que no son él.

Todas las semanas se sube al escenario del Multiteatro para hacer “Le Prenom”, obra que va por su segunda temporada, y el 17 de abril estrena “El secreto de Lucía”, una película dirigida por Becky Garello, junto a Emilia Attias y Tomás Pozzi. “A veces es difícil salir de los arquetipos que te mandan a hacer y de los que te construís vos. Éste es un hombre equivocado, que dentro de esas malas decisiones se enamora”, dice sobre su papel. Es que Belloso interpreta a un tipo medio chanta, un poco soñador y con su costado sentimental, al que es difícil encasillar. 
Filmaron en Chacabuco, lugar con el que conectó de manera especial: asegura que firmó autógrafos, charló y se sacó fotos con todos aquellos que se cruzaron en su estadía. “Lo viví como si fuera mi casa”, dice, sobre el lugar en el que, además de rodar, organizaron obras de teatro a beneficio de diferentes entidades locales.

-Tuviste la posibilidad de trabajar un espectro amplio de emociones…
-Sí, hay que salir de alguna cosa medio cuadrada que se le quiere dar a los personajes. Pensé mucho en la película “Soñar, soñar”, de Leonardo Favio. Recordé el modo de vestir, caminar, hablar de mis tíos, esos años ’60. Y después hay que mostrar el cuento. Como actor, el objetivo final es que se entienda bien. Hay que entretener.

-Hace tiempo que no se te ve en la televisión. ¿Extrañás?
-Hice “Los Únicos” y después “Historias Clínicas”, en donde hice de “Sarmiento”. Hago teatro de miércoles a domingo y la tele no se lleva bien con esa rutina, el cine sí. Tenés que decidir. Hace un tiempo largo que me llaman para cine, está bueno porque me gusta mucho. Pero la verdad es que no quiero descuidar nada.

-Le Prenom es una historia en clave de comedia. ¿Cómo te llevás con el humor?
-Me encanta divertir a la gente, es como una droga dura. Quiero hacer reír todo el tiempo. Lo que pasa es que, a veces, queriendo hacer reír, si la comedia no da en la clave, desentona. Hay que tener una precisión con eso, no sólo dejarse llevar por hacer reír. Pero cuando todo se conecta para divertir, es algo increíble, me fascina. Me siento en la misión celestial de entretener.

-Hiciste personajes memorables, como el “Vasquito” o “Willy” de “Tumberos”. ¿Eso te generó después muchas otras oportunidades de trabajo?
-Pasa algo, que tenés que luchar con los productores o la gente que dice “hace bien de marginal”. Y no, soy un actor que tiene un abanico grande de posibilidades y personajes. Es una lucha constante salir de los lugares en los que te encasillan. “Llámenlo a Belloso que hace bien de loco”. No es tan así. ¿Qué loco? ¿Esquizofrénico, paranoico? Hay una gama.

-También es la opción fácil pensarte en esos personajes…
-A veces se ponen en la fácil. Yo lucho contra eso. Si me proponen un personaje que es más de lo mismo, digo que no. A veces entiendo que soy necesario para el producto, va a estar bien para mí o porque el proyecto está bueno. Pero si me llaman de otra obra para hacer lo mismo, digo que no. Me aburro. Quizá veo el guión, charlamos, vemos si me puedo correr un poco, empiezo a trabajar desde otro lado.

-¿Solés hacer ese trabajo de hacer una propuesta propia?
-Creo que es fundamental proponer, en la medida en que me dicen a todo que no, o no puedo participar, entonces digo “me llamaron para nada”. Yo no puedo sólo recibir órdenes, creativamente tengo que hacer. Es mi oficio, si me llaman es para aportar. Hay que remar porque son muy duros. Ojo, a veces me voy de mambo también, propongo algo que no. También me equivoco.

-Más allá de los proyectos para los que te llaman, mantenés tu mundo creativo. ¿Cómo lo alimentás?
-Tengo algo particular, mío, una singularidad a la que voy dándole de comer. Mis unipersonales que tienen que ver con mis cosas, mis trabajos con la física, mi línea de reconocimiento a próceres argentinos, las fechas que hice sobre la vida de Pepe Marrone y la obra que escribí pensando en Nerón. Es un mundo en el que experimento, me entretengo puertas adentro, con mi cabeza. Pruebo, quizá mañana también me llaman como director.

-Nombraste al teatro Gargantúa como tu espacio. ¿Qué Carlos Belloso funciona ahí?
-Es medio como un laboratorio, la unidad básica cultural que necesito para expresarme barrialmente. Yo quiero instaurar a Chacarita Broadway frente a Palermo Hollywood. Es un juego de palabras con humor, pero se trata de darle entidad a los barrios, cada uno tiene su historia. Gargantúa me da la contención de dirigir las obras que me divierten, hacer varieté y, como el Fantasma de la Ópera, una noche tomarme dos cervezas y subirme al escenario a hacer algo.

Fuente: 7D
Por: Daniela Rossi

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